Como manifiesta el ideario de nuestra comunidad educativa, nuestra misión es la de favorecer la plena realización de la persona, según el plan de Dios, en una dimensión trascendente. Concebimos a la educación como el empeño personal y comunitario de acompañar eficazmente a la persona en la realización de su proyecto personal de vida; capacitándola para autoconducirse y perfeccionarse según las exigencias de su ser y las llamadas realistas de la hora que le toca vivir orientándola hacia su fin último que es Dios.
En respuesta a este aspecto tan relevante
de la misión, y junto a la intención de encontrar un modo de fortalecer el
trabajo pastoral, iniciamos hace un tiempo, la búsqueda de una práctica que nos
permitiera generar espacios de encuentro con la Palabra, con uno mismo y con el
resto de la comunidad, a fin de profundizar en la espiritualidad.
Lenta y providencialmente ese recorrido nos
trajo hasta aquí… la Espiritualidad Ignaciana.
Hemos podido descubrir, de la mano del
generoso Padre Leonardo Nardín SJ. que la oración contemplativa propuesta por
San Ignacio se torna hoy sumamente vigente: el silencio, la interioridad, la
contemplación, el encuentro personal con Dios y consigo mismo quedan relegados
del modo de vida actual... es por eso que consideramos que formalizar un
espacio sistemático para la contemplación dentro del colegio redundaría en
beneficios para alumnos, cuerpo docente y familias. Estamos convencidos de que
sostener en el tiempo la escuela de la oración que nos pone en contacto vital
con el Señor, generará a la vez, mayor compromiso y sentido de pertenencia a la
comunidad educativa.
Somos conscientes que representa hoy un
gran desafío proponer a nuestros alumnos estas prácticas y es por ello, que
decidimos comenzar por brindar esta vivencia a los docentes, de modo que puedan
descubrir esta experiencia, disfrutar también de ella para luego, ser capaces
de sostener y acompañar el hacer y sentir de alumnos y pares.
Y así es que iniciamos, pese a esta
realidad que nos tiene aislados, la vivencia de esta práctica de manera
virtual. Dos alumnos de 5to año del Colegio Inmaculada no solo nos regalaron la
vivencia de esta oración, sino que nos permitieron corroborar que “conociendo
al Señor, más lo aman y amándolo, más lo siguen...”. Ellos fueron los
protagonistas de un emotivo y movilizador encuentro donde pudimos experimentar
la gracia del encuentro con Dios vivo y presente a nuestro lado mediante el
silencio y la introspección.
Gratitud, consuelo, alegría y ¡mucha
esperanza! fueron algunos de los frutos de esa experiencia…
¡Gracias
Padre Leonardo por tu entrega desinteresada, entusiasmo y disponibilidad para
acompañarnos en el inicio de este proyecto! Nuestro Buen Padre quiera que
podamos continuar avanzando…
Hasta que la próxima experiencia vuelva a
encontrarnos, nos despedimos rogando a María, Madre de Misericordia una
especial bendición para ti.
Equipos directivos y Comunidad educativa.
Esc. Reconocida Nuestra Señora de la Misericordia.
San Nicolás de los Arroyos.