Cuando me invitaron a dar Oración Ignaciana en Paraná y supe que sería a niños de la Parroquia de La Piedad, me resultó familiar ya que el padre Esteban nos había dado, a un grupo de matrimonios, una charla sobre la Encíclica Amoris Laetitia. Por lo que no dudé en que era una oportunidad para brindarles algo de la experiencia - todavía en aprendizaje - de la Oración Ignaciana.
Como era una convivencia para niños que tomarían su Primera Comunión, preparamos la oración de la Última Cena. Fuimos recibidas muy fraternalmente, tanto por las catequistas, los padres y niños de la catequesis y por el padre Esteban, quien había invitado a los niños y padres de las dos comunidades que él atiende, La Piedad y Nuestra Señora de Lourdes, a una jornada de reflexión previa a la Primera Comunión. Cabe destacar su abierta disponibilidad, puesto que la Oración Ignaciana era la única propuesta "reflexiva" para ese día, luego hubo momentos de silencio, confesiones, juegos para los chicos y almuerzo compartido.
De la Oración en sí, más que palabras recuerdo los rostros de dos de los niños, uno muy humilde pero super despierto que iba siguiendo la oración; y otra niña más grande con cara de bronca o amargura, que se notaba que algo le estaba pasando. Luego en la alfombra intervinieron los padres y me llamó la atención como a ellos les había llegado al corazón.
Al finalizar, se acercó una mamá para convidarme unos mates y entre sollozos me comentó el momento que estaban viviendo con su hija ( la niña con cara de bronca ). Me hizo caer en la cuenta del dramatismo de la vida y de la necesidad que tenemos muchas veces de una compañía que nos remita a Jesús.
Creo que es ésto el atractivo que ven los demás, ya que el método ignaciano permite conocerlo más a Jesús, su pedagogía, su forma de sentir, de pensar, de estar, de ser; para amarlo más y seguirlo, como dice San Ignacio.
Al despedirnos, las catequistas nos pidieron un taller para aprender sobre la metodología de la Oración Ignaciana y aplicarla en la catequesis. Un ejemplo más de la multiplicación de los panes que se viene dando; y que solo puede explicarse como Obra de Dios.
Marcela Bayonés.