Desde hace dos años comenzamos con la Contemplación
Ignaciana para los niños en el ámbito de la catequesis parroquial de primera
comunión en la Parroquia San Cayetano de Belgrano. Buscamos aquellos temas que
queremos que les calen más hondo, basándonos en el Manual de Oración Ignaciana
del Padre Leonardo Nardín sj, y adaptándolos a la edad de los chicos cuando el
tema lo requería. La idea fue que por lo menos una vez por mes, pudieran ver un
tema de catequesis a través de la contemplación.
Con los Encuentros presenciales, aunque se hacían en un
aula, apartamos las mesas y poníamos las sillas en ronda. La catequista era la
que guiaba la contemplación. Las experiencias fueron muy ricas y ellos se
pudieron concentrar en imaginarse lo que contemplaban y compartir detalles que
demostraban que realmente estaban dentro de la escena. Para el Coloquio, colocamos
una alfombra a un costado del aula y encima de un pupitre una cruz, una vela y
una imagen de la Virgen.
Cuando comenzó la pandemia, no nos quisimos resignar a dejar
de lado nuestras contemplaciones, y pese a ser más complicado porque hay casas
en las que el chico no se puede aislar, muchos se logran concentrar y salen
reflexiones muy ricas, se siente que el Espíritu Santo sopla y les abre el
corazón. Un ejemplo que podemos dar es cuando hicimos la contemplación del
Jueves Santo: unimos el Evangelio de Juan para recordar el lavatorio de pies y
el de Marcos para la Institución de la Eucaristía e hicimos la contemplación
unificada de ambos. Una de las niñas comentó que sintió que su corazón se hacía
más grande cuando comió el pan que le compartió Jesús porque Él estaba adentro.
Otro niño contó que cuando le lavó los pies sintió vergüenza, pero luego
entendió por qué Jesús lo hacía. Otra dijo que se puso a llorar cuando se dio
cuenta que Jesús se iba a morir y que corrió a abrazarlo. En el coloquio, que
lo hicimos compartiendo en el zoom una imagen de Jesús Misericordioso, hubo
muchos agradecimientos porque Jesús decidió quedarse con nosotros dentro de
nuestro corazón.
Todo esto nos deja la experiencia que, aunque las
circunstancias sean adversas como puede ser lograr que todos se concentren
frente a una pantalla, el Espíritu sigue soplando y Jesús se hace presente en
medio del grupo para que lo podamos seguir conociendo y amando cada vez más.
Cateq. Laura Chinaroff