Fue una experiencia maravillosa. La cordial y cálida bienvenida de su gente, el respeto de los chicos, su avidez y gusto por el silencio y también sus ganas de ser escuchados y compartir lo vivido, hicieron que este momento se transforme en un recuerdo sanador y conmovedor que vivirá siempre en nuestros corazones. También fue sumamente enriquecedor conocer la historia y la obra de Mama Antula, y su inagotable gesta para difundir los ejercicios de San Ignacio.
Gracias a Dios y a todos los talleristas de General Villegas por tanto bien recibido.